lunes, 28 de julio de 2008

La Clase Obrera entre la confrontación y la Integración. (1890-1970)


La clase obrera entre la confrontación y la integración
1890-1970


La conformación poblacional de nuestro país denota un cambio de grandes dimensiones al tomar como eje de referencia los años comprendidos entre 1895- 1914; en este lapso histórico podemos observar una conformación étnica diferente (la población en estos años se duplica 7.900.000). Los inmigrantes, en su gran mayoría europeos, llegan a ser en 1914 el 27,3% de la población total argentina; urbanizados en su gran mayoría se concentran en la región pampeana y metropolitana las cuales congregan cerca del 74 % de la población del país. Las ciudades acompañando estas tendencias, tienen un crecimiento vertiginoso que se ve reflejado en un notable aumento de la población urbana la cual paso de ser el 33% de la población en 1869 al 58% en 1914.
Este flujo inmigratorio se caracterizó por ser mayoritariamente masculino, en edad laboral, por lo cual la población económicamente activa también se vio incrementada pasando de 923 mil personas en 1869 a 3.360.00 en 1914; lo que explica el por que el mundo del trabajo estuvo impregnado de cultura y costumbres foráneas. Este proceso tuvo como correlato un trasvasamiento ideológico y una toma de conciencia social connaturales con el mundo del trabajo de los mayores ámbitos urbanos de las principales ciudades occidentales.
El país se caracterizó por un pluralismo cultural amplio pero no fuertemente conflictivo debido en principio a la amplia disponibilidad de trabajo, lo cual reducía los márgenes de tensión entre los diferentes grupos; al igual que la expansión urbana que hacia lo mismo en cuanto a lo espacial. A pesar de ser la inmigración no deseada, ya que estos no provenían de la cultura europea que el país estaba deseoso de recibir (Inglaterra, Francia) y encontrarse entre ellos según dichos mismos de Cané -lo peor de la Europa- eran juzgados como buenos trabajadores y preferibles a las clases populares nativas.
Uno de los mayores problemas a los que tuvo que enfrentarse la clase dirigente fue el desgano por parte de estos a la nacionalización y al despegue de sus costumbres para incorporarse definitivamente al encuadre nacional- esto se logró en muy pequeños porcentajes-. Las elites políticas argentinas estaban a favor de integrar a los inmigrantes y eran más bien los grupos dirigentes comunitarios y los mismos inmigrantes los que se oponían; su situación era lo bastante relajada como para involucrarse en un sistema en el cual tendrían pocas posibilidades de ejercer una influencia positiva con el riesgo consecuente de perder su apoyo en la red diplomática y en la red institucional étnica, quienes actuaban en su favor en torno a las arbitrariedades de un Estado naciente .
Primeros esbozos de organización
Las instituciones obreras comenzaron a conformarse bajo la forma tanto de sociedades mutuales como gremiales en las décadas de 1870 y 1880; pero fue luego de la crisis económica-social de 1890 cuando las sociedades de resistencia cobraron fuerza impulsadas por anarquistas y socialistas a quienes se agregarían más tarde sindicalistas revolucionarios (1905) y comunistas (1918). Estas tendencias dotaron a los trabajadores y a sus instituciones representativas de un claro perfil ideológico- político que apuntaba a la defensa de sus intereses y al reconocimiento de la identidad de clases.
A pesar de esta impronta ideológica generalizada traída del viejo mundo, la tasa de sindicalización durante las tres primeras décadas del siglo XX fue baja debido principalmente a que la afiliación era voluntaria y los trabajadores debían, si querían, aportar fondos para sostener sus locales y la prensa partidaria. La baja tasa de sindicalización no implicaba que los niveles de protesta sean bajos sino que se dio un proceso inverso.
Los anarquistas, conjuntamente con los socialistas, intervinieron activamente en la conformación de un espacio público en el cual los trabajadores pudieran expresarse y construir una identidad. Estos ámbitos se formaron a través de la difusión de la prensa, así como de la conformación de un circuito político y cultural que combinaba conferencias, fiestas, reuniones. Desde estos espacios los grupos libertarios generaron prácticas discursivas y políticas con objeto de atraer a los trabajadores alejándolos de la influencia de la Iglesia, de la Escuela Pública y la prensa burguesa cosa que ofuscaba de sobremanera a las elites dirigentes que veían su proceso de integración irrealizable.
Las malas condiciones de vida y de trabajo de una buena parte de la masa trabajadora provocaron un profundo malestar que se tradujo en un marcado aumento de los conflictos laborales. Estas fueron desde un comienzo las preocupaciones centrales de los trabajadores y la causa de gran parte de sus protestas. Así los accidentes de trabajo, el empleo y la explotación de menores, las largas jornadas laborales, los bajos salarios, el trabajo nocturno, el hacinamiento eran todas cuestiones que motivaron la protesta reiterada con el objetivo de mejorar las condiciones de trabajo y calidad de vida.
Las organizaciones obreras manifestaron su descontento de diversas maneras todas ellas envueltas en un repertorio de confrontación novedoso para el país- huelgas, boicots, sabotajes, manifestaciones callejeras; pero bien consolidadas en sus países de origen y con una larga tradición -la huelga fue la herramienta de lucha más utilizada por los trabajadores-.(1)
La relación del Estado con los nuevos sectores sociales representados bajo la figura del trabajador empezó recién a configurarse cuando el aparato estatal decide involucrarse en las zonas de conflicto al ver el orden social y económico amenazado por la posibilidad de los trabajadores de instrumentar respuestas a la falta de iniciativa del Estado (huelgas, boicots) amparados en la fuerte presencia del anarquismo y del socialismo. Es en este momento, cuando el Estado comienza un proceso de autoformación arbitral y regulador de relaciones sociales llevándolo adelante por dos vías de diferente implementación: una era la vía de la coerción, la otra la del consenso.
En las clases gobernantes este tema fue ejes de encendidos debates, por la contraposición de las respuestas: unos apoyaban la coerción como forma de articulación del Estado en la manera de mantener el orden; otros -los menos- buscaban dar un lugar en el espacio publico a los trabajadores buscando de esta manera poner en funcionamiento las primeras políticas de orden social para la superación del conflicto.

(1) Hasta el año 1930 se produjeron 18 huelgas. Nueve de ellas entre los años 1901-1910 encabezadas en su mayoría por anarquistas.
La lucha ideológica no prosperó y predominó la coerción como respuesta a un problema importado de Europa y extraño al cuerpo social de la Nación (según entendieron o quisieron entender los ganadores favorecedores de una política coercitiva).El conflicto social instalado en la sociedad urbana fue, de esta manera, comprendido como un fenómeno residual de las relaciones sociales de los países industrializados europeos; esta fue una visión negadora del conflicto social inherente a las modernas sociedades capitalistas instalando un velo distorsionador en el entramado de las relaciones entre la clase dominante y los trabajadores.
El Laissez-Faire prevaleció en la contienda dejando de lado a los propulsores de políticas intervencionistas por parte del Estado.
Entre los propulsores de que el Estado accione políticas sociales podemos mencionar a los diputados Lobos y Delfor del Valle quienes presentaron el único proyecto relativo a temas laborales entre los años 1880 y 1900, cuyas conclusiones fueron que el Estado debía legislar y regular las relaciones entre el capital y el trabajo no para impedir agremiación y manifestación obrera sino con el objeto de evitar la propaganda agresiva y las ideas extrañas al corpus social de la Nación. Estas lamentablemente no fueron más que voces aisladas.
Comenzado el Siglo XX, el gobierno alarmado por el agravamiento de los conflictos los cuales repercutían negativamente en la economía agro-exportadora actúo en sentido inverso a la propuesta de ambos legisladores. La percepción negativa del extranjero primó y desembocó en la conformación de la Ley de Residencia (2) y en una política de fuerte sesgo represivo rechazando al inmigrante desde concepciones culturales, biológicas e incluso racistas (3) Estas elites reaccionaron mediante la utilización de la represión policial y la instrumentación de medidas tendientes a abolir la existencia del anarquismo sancionando de la Ley de Residencia y aplicando el Estado de Sitio.
Las elites en el poder comenzaron a tomar real dimensión de la magnitud de estos movimientos y de los peligros que implicaban para la estructura política-social vigente y optaron lentamente por comenzar a buscar respuestas y mediante estas lograr articular a los trabajadores a los mecanismos institucionales no sin abandonar las medidas represivas en su totalidad. Entre estos mecanismos se impuso la obligatoriedad del voto en 1912, se sancionaron las primeras leyes de carácter laboral y en 1907 se crea el Departamento Nacional del Trabajo destinado a investigar las causas de los conflictos así como a regularlos. Resultando estos simples esbozos de buenas intenciones ya que no llegaron a aplicarse o a sancionarse; el voto obligatorio lo era para el criollo no para el inmigrante no nacionalizado, el control por parte del Departamento Nacional de Trabajo actúo si podía en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires y en muy pocos lugares más por lo que en verdad no era Nacional y las leyes en su mayoría no llegaron nunca a aplicarse.
(2) Recurso constitucional que permite la represión preventiva cuando el Estado prevé que se puede producir una conmoción pública- brindaron el marco legal para amordazar a la prensa, cerrar locales, así como encarcelar y deportar activistas.
(3) Expresado en la figura de Miguel Cané.
Se daba un fenómeno ambiguo propio de la conformación de nuestro país: Liberalismo Económico y Conservadurismo Político- Social.
A los efectos de hacer más efectivas sus protestas y obtener respuesta de los grupos dirigentes, los diversos grupos que actuaban de manera dispersa y aislada se aglutinaron dando lugar a la conformación de las primeras Federaciones, al principio por oficio y luego por industria. Estas tuvieron suerte dispar y se caracterizaron por profundas divisiones ideológicas a pesar de compartir el sujeto de interpelación- el trabajador- pero sustentado desde diferentes posturas para la transformación de la sociedad argentina.
En el año 1901 se crea Federación Obrera Argentina –FOA- conformada por socialistas y anarquistas, la cual nuclea cerca de treinta organizaciones obreras de diversas regiones del país; estableciendo la huelga como principal arma de lucha y entre sus principales reivindicaciones figuran la lucha contra las agencias de colocación, el establecimiento de bolsas de trabajo, la abolición del trabajo nocturno, del trabajo a destajo y la educación obrera. Esta unidad conseguida se rompe en abril de 1902 en el Segundo Congreso de la FOA, en el cual los socialistas quienes eran minoría a raíz de fuertes disidencias con el sector anarquista-individualista abandonan la Federación y organizan otra UGT- Unión Gremial de Trabajadores- quedando en manos de los anarquistas en forma completa la FOA (4).
Las diferencias ideológicas entre ambas facciones se hicieron insalvables ya que tenían distintos puntos de anclaje en cuanto a la resolución de los conflictos y a las medidas a tomar para poder arribar a la solución deseada. Así los Socialistas propugnaban por la lucha no violenta gradual y paulatina, en la cual los trabajadores extranjeros debían convertirse en ciudadanos argentinos para integrarse al sistema político y transformarlo desde adentro; en cambio, los anarquistas se opusieron al sistema electoral, al parlamentarismo, pregonando la destrucción del Estado y la no aceptación de la lucha de clases, definiendo a las Huelgas como el momento de inflexión en el combate contra el sistema capitalista y no como herramienta para obtener mejoras para los trabajadores sino como un arma revolucionaria para transformar radicalmente la sociedad. Por último, los Sindicalistas Revolucionarios abocaban por el fortalecimiento del gremio y veían a la Huelga como un arma para extender y exteriorizar la protesta obrera y también como una táctica encaminada a presionar a empresarios y al gobierno.
Los Inmigrantes se encontraban en una sociedad hostil en donde ni el Estado ni la Iglesia podían desempeñar roles de contención cobijándose entonces en sus grupos de referencia quienes establecieron mutuales o círculos en los cuales se perfilaba la acción colectiva.
Los anarquistas, corriente ideológica con mayor predicamento entre los trabajadores hasta 1910, conformaron uno de estos grupos y fueron la principal organización sindical en controlar la Federación Obrera Argentina influidos, en principio, por un fuerte individualismo se resistían a convertirse en una mera tendencia obrerista pretendiendo ser algo más que una simple tendencia ideológica-política de los trabajadores; en sus discursos emergía una clara tendencia heterodoxa con un mensaje universal y no clasista.
(4) 1904. -FOA se convierte en la FORA que declara adhesión ala narco-comunismo
1905.- División del socialismo da origen al socialismo revolucionario
Para estos la idea de clases implicaba subordinar al individuo a otra clase y esta idea era percibida como autoritaria y atentatoria de las libertades individuales. Durante la primera década se convirtieron en un importante actor político y en la tendencia que mejor representó al nuevo sector social representado por los trabajadores, a quienes le otorgó voz y presencia tanto en lo político y cultural como en lo social y sindical. Su frontalidad y la dinámica de su acción práctica le permitieron adaptarse a una sociedad de carácter aluvional demasiado cosmopolita.
En su conformación dentro del Territorio Nacional podemos diferenciar claramente dos etapas:
1.- Fase Proto-Organizativa. Caracterizada por el predominio de tendencias individualistas que eran disidentes a posturas enmarcadas en el proceso organizativo. Durante estos años el contacto con el mundo laboral fue distante y esporádico, repudiando a las sociedades obreras por economicistas y retrogradas pues adormecían el espíritu de combate de los trabajadores.
2.- Etapa del Anarquismo Maduro. Primera década del siglo y en ella predominaron las tendencias organizativas por sobre las individualistas luego de ásperas luchas. Fue allí donde sus militantes se lanzaron a organizar sociedades de resistencia y fueron los artífices de la creación de la primera Federación Obrera en 1901.-Mayores exponentes Antonio Pellicer Paraire y Pedro Gori.
En vísperas a la celebración del Centenario de Nuestra Patria el gobierno nacional llevó adelante una dura represión en prevención de desmanes conjuntamente con la aplicación de La Nueva Ley de Defensa Social y la ampliación del Estado de Sitio. En este marco, la actividad de los círculos (5) cesó por completo ya que dirigentes extranjeros y nativos fueron deportados o desterrados a Tierra del Fuego, la prensa silenciada, los locales obreros clausurados y las reuniones prohibidas. Cuando la situación tendió a "normalizarse" su fuerza distaba bastante de ser la originaria.
A diferencia de los socialistas, quienes emplearon otros métodos y formas de lucha que enunciaremos a continuación, estos deciden excluirse de un sistema que aunque fraudulento y restrictivo comenzaba a convertir lentamente a los habitantes en ciudadanos. A pesar de su fuerte presencia el arraigo logrado entre la clase trabajadora fue efímero pues no pudieron convertirse en los representante legítimos de estos ni supieron expresar verdaderamente sus deseos, solamente lograron articular reivindicaciones de manera coyuntural.
El socialismo, contrariamente a la postura adoptada por los anarquistas, se incorpora al naciente juego democrático liberal triunfando en las elecciones de 1904 como consecuencia de la estrategia llevada a cabo por Joaquín V. González a través de la tenue reforma electoral de 1902; su presencia legitimada implicaba la posibilidad de orientar la protesta obrera dentro de los marcos de legalidad y orden constitucional del sistema cosa distante del ideario anarquista. Esto provocó un quiebre en el movimiento obrero ya que incorporaba al sistema al socialismo dejando por fuera de los márgenes de legalidad al anarquismo.
(5) Los círculos fue un espacio en donde se ayudaba a camaradas y a los trabajadores en huelga, a la vez que era un espacio de educación y de adoctrinamiento integral.
A pesar de compartir sus orígenes en el entramado del contexto internacional, los socialistas deciden abandonar las acciones violentas como consecuencia del Programa de Erfurt de la Segunda Internacional incorporándose a la vida democrática tomando como referente la Social Democracia Alemana impulsando Reformas a través de la lucha parlamentaria y no de la lucha en los conglomerados fabriles. Tenían una visión negativa de las huelgas por su carácter, a menudo, coercitivo ya que no contribuían al cambio; este tibio apoyo a los sindicatos tuvo sus causas en la baja adhesión que congregó por parte de los trabajadores.
Conjuntamente con estos mecanismos de captación llevados a cabo por las clases dirigentes, los diversos gobiernos no dejaron de tender a impulsar y profundizar el mejoramiento de las herramientas de control policial tanto en los aspectos represivos como preventivos (ampliación de números de comisarías, la formación de la guardia de caballería, comisarías de pesquisas, Sección especial de la Policía destinada a controlar anarquistas y socialistas en forma secreta, incorporación del sistema dactiloscópico y la cédula de identidad) siendo más severos en los controles con los elementos de tendencias anarquistas que socialistas.

Cambios en el Poder
-Nuevas Relaciones entre el Estado y el Movimiento Obrero-.
Al asumir la Presidencia Don Hipólito Irigoyen, después de realizadas elecciones por primera vez en la historia del país por medio del voto secreto y universal, el gobierno ante el panorama reinante establece una nueva relación entre el Estado y el movimiento obrero orientado por el sindicalismo. Esta nueva etapa se caracterizó por el dialogo entre las partes, representados los sindicalistas por la FORA IX Sindicalismo revolucionario cuyo apoliticismo declarado y el énfasis puesto en las reivindicaciones sindicales no dejaron de llamar la atención de los radicales y del Presidente en particular. Los radicales deseosos de expandir su apoyo popular buscaron aliados entre los sindicatos pero nunca quisieron formalizar esta relación.; fomentado esto en que su rival político, los socialistas, vieran impedido su crecimiento mediante el artilugio de la conformación de estas alianzas. Los sindicalistas exhibieron un pragmatismo habilidoso para crear estas alianzas informales y al mismo tiempo denunciar la política burguesa.
Dentro del período gubernamental llevado a cabo por Irigoyen podemos distinguir tres etapas:
.-La primera ocupa los tres primeros años y se caracteriza por una tentativa de conseguir la adhesión de los trabajadores a través principalmente del arbitraje en los conflictos entre capital y trabajo. Sus arbitrajes que en más de una ocasión favorecieron a los trabajadores sumado a la predisposición de los sindicalistas a recibir apoyo estatal, fueron generando una peculiar relación entre ambas tendencias y en especial entre el gobierno y la FOM (Federación Obrero Marítima). La base de estos acuerdos residía en que los radicales no crearían organizaciones gremiales que compitieran con los sindicalistas y estos no intervendrían en procesos electorales compartiendo ambos un enemigo en común, el socialismo.

Sus actitudes conciliatorias no quieren decir que cedió siempre a la postura obrera ya que de no poder solucionar el conflicto y ante la insistencia de los empresarios reflotaban actitudes represivas como lo fueron las llevadas a cabo durante las huelgas municipales, la de peones patagónicos, la Semana Trágica, etc. A los que no podía abarcar, ni contener los reprimía sin más.
.-La segunda etapa, que abarca desde enero de 1919 – con la Semana Trágica que actúo como divisor de aguas- hasta el fin del primer gobierno de Irigoyen y en la cual la política laboral del gobierno se centro primordialmente en la sanción de leyes protectoras (de conciliación y arbitraje, de asociaciones profesionales, de contratos colectivos y prescripciones laborales) del trabajo aunque no siempre lo consiguió. Al mismo tiempo instauró mecanismos de control para evitar desbordes de los segmentos mas radicalizados y la consecuente ofensiva de la derecha (Liga Patriótica), de esta forma intentó buscar un equilibrio, una armonía social, postulando al Estado como su garante poniéndolo por encima de los extremistas de ambos bandos en pugna.
En los seis primeros meses del 19 se produjeron mas de 50 huelgas que convocaron cerca de 10.000 trabajadores, estos movimientos aparecieron como fruto de la inflación y el incremento de los índices de sindicalización generando un clima político que reavivo a los sectores conservadores llevando al gobierno a adoptar medidas represivas para evitar ser desbordado por la Liga Patriótica, lo cual permitió la aplicación de las Leyes de Residencia y de Defensa Social; con el descenso de las huelgas el clima de hostilidad mostrado por las derechas disminuyó.
El impacto del movimiento huelguístico acaecido entre 1917 y 1921 así como los sucesos de la Semana Trágica empujaron al gobierno a profundizar su política laboral, ampliando en principio las atribuciones del Departamento Nacional del Trabajo al otorgarle funciones de arbitraje y de policía laboral más definidas. En 1921 se envió al Congreso un proyecto de Código de Trabajo que profundizaba el rol de regulador de parte del Estado y atenuaba los aspectos represivos al consagrar el derecho de huelga y legalizar la sindicalización. Estos finalmente no fueron tratados en el Congreso ante la falta de conflictos y la poca importancia a las reformas sociales
Este descenso de la conflictividad social entre los años 1922-1928 bajo la Presidencia del Dr. Alvear, se debió a una coyuntura económica favorable caracterizada por el incremento sostenido de las exportaciones y cierto descenso del costo de vida así como el aumento del salario real que mejoró los niveles de vida de los trabajadores.
En su gobierno los sindicalistas optaron por formulas de dialogo y entendimiento para la resolución de los conflictos antes que las huelgas y movilizaciones. En su gestión Alvear ayudo a la Unión Ferroviaria a obtener beneficios muy importantes de las compañías, los salarios y las condiciones de trabajo mejoraron notoriamente y los ferroviarios se transformaron en una elite. Ellos ofrecían al gobierno algo crucial, como era el orden de las líneas ferroviarias transformándose en una fuerza muy poderosa y en el sindicato más importante del país.
Las huelgas que tenían por objetivo el aumento del salario se redujeron en un 30% pasando a ocupar el primer puesto las originadas por problemas de solidaridad, reconocimiento de sindicatos y delegados.
En abril de 1924 se hicieron efectivos los descuentos provisionales, marcando a las claras las firmes intenciones del gobierno de tomar partido en cuanto aparato del estado en las regulaciones de la relación Trabajo-Capital, tanto los sectores obreros como los patrones plantearon una fuerte oposición, la declaración de una huelga general encabezada por la USA- fue acompañada por el cierre de establecimientos industriales por parte de los empresarios. Esto obligo al gobierno a suspender la medida ya que provocaba grandes resistencias ya que ni los trabajadores ni los patronos estaban dispuestos a afrontar los costos económicos y sociales que requerían, afín de cuenta se termino suspendiendo la medida representada por la ley 11.289.
.- Tercera Etapa. Segundo Mandato Presidencial 1928-1930.-
Hacia finales de la década del 20 coexistían cuatro centrales obreras: USA, COA, FORA anarquista y CUSC que competían por espacios en el campo sindical. Recién el 27 de septiembre de 1930 se concretó el proceso de unificación del movimiento obrero, luego del derrocamiento del Presidente Irigoyen, con la conformación de la CGT (Confederación General del Trabajo) y cuando comenzaban a sentirse las consecuencias de las crisis económica.
Su unificación puede interpretarse como el logro de la constitución de una organización que podía cohesionar la lucha sindical para obtener los derechos económicos y sociales de los trabajadores. En su conformación confluyeron la Unión Sindical Argentina, de tendencia sindicalista y la Confederación Obrera Argentina de tendencia socialista; esta unión estuvo empujada por la acción de la federación obrera Poligráfica argentina para contrarrestar la ofensiva del capitalismo. Sólo la FORA anarquista fue refractaria a la unidad sindical como consecuencia de las diferencias ideológicas
Estas diferencias ideológicas sólo logran atenuarse en los gobiernos de Perón quien logra mantener la unidad obrera a costa de hacerles perder su autonomía convirtiéndose así en la ejecutora de las políticas gubernamentales.

El fin de un corto Sueño Democrático. El Golpe Militar
Durante los años treinta el movimiento obrero cambio con rapidez; el escenario en el que actuaban las organizaciones se modifico profundamente. La intensificación de los conflictos ideológicos a escala mundial, a raíz de la difusión del nazismo, tuvo un fuerte impacto en la Argentina.
La estructura económica cambio a consecuencia de la penosa depresión mundial después del crack del 29, el cual provoco aumento de la inflación, descenso de los sueldos y la disminución del ritmo del gasto público. Se intensificó la industrialización del país para suplir los productos que no llegaban desde afuera- ya que los países del primer mundo estaban ocupados en reconstruir sus propias economías-; las nuevas compañías y empresas se ampliaban y localizaban en la zona periférica de la ciudad de Buenos Aires conformando un primer cinturón industrial hacia donde se trasladaban los trabajadores; a su vez las mejoras en los servicios de transportes permitían una mayor separación entre las áreas de radicación de las industrias y las viviendas de las familias obreras.
El obrero moderno adquirió perfiles más definidos, ya que la figura del trabajador que alternaba su trabajo con labores rurales o como cuenta-propista fue perdiendo intensidad.
El grado de desocupación como producto de la crisis del 29 fue importante y más de la mitad de los desocupados estaban en Capital Federal y en la provincia de Buenos Aires y el resto en Santa Fe, Córdoba y Entre Ríos.
Se produce la disminución de la inmigración trans-oceánica y aumenta la inmigración limítrofe y la proveniente del interior del país, ante la falta de políticas en torno al ámbito habitacional se conformaron las primeras villas miserias
Los sindicatos apolíticos de base artesana quedan desplazados, betustos y son remplazados por formaciones que tienen lazos de conexión con los diferentes partidos lo cual conlleva a conformar estructuras más grandes y a tratar de representar a grupos cada vez más numerosos de trabajadores incluyendo ya a los no especializados como en otras partes del mundo, lo cual represento un problema para los sindicatos quienes salieron a buscar ayuda en el sistema político de manera cada vez más intensa para incorporar a sus estructuras estas masas trabajadoras nacientes.
Si bien la economía industrial, en los primeros años de la década del ´30, se expandió rápidamente la clase trabajadora no fue beneficiada por este proceso, los salarios reales en general declinaron al rezagarse detrás de la inflación. Frente a la represión concertada por los empleadores y el Estado., los obreros poco podían hacer para mejorar los salarios y las condiciones de trabajo; la legislación laboral y social era escasa y su cumplimiento obligatorio se imponía sólo esporádicamente. Fuera del ámbito laboral la situación no era mejor ya que las familias obreras debían enfrentar sin ayuda estatal los problemas sociales de la rápida urbanización.
Durante el Régimen de Uriburu se impulsó la Ley Marcial y luego el Estado de Sitio; los sindicatos anarquistas y comunistas fueron empujados a la clandestinidad y dejaron de funcionar en los hechos, sus líderes fueron encarcelados torturados u obligados a exiliarse, más de 300 extranjeros fueron deportados por peligrosos y al menos cinco ejecuciones se llevaron a cabo bajo la Ley Marcial creándose además la infame Sección Especial de la Policía con el objetivo de extirpar al comunismo, siendo este el primer intento sistemático de suprimir ideologías a través de la utilización de la violencia estatal.
A pesar de esto ciertos sindicatos intentaron alguna acción en común con el Estado, representados por los Corporativistas quienes creían en el papel del Estado en la regulación laboral. La CGT creada en 1930 recomenzó su política de cooperación con el gobierno transformándose en un interlocutor aceptado por el régimen interviniendo a menudo en intentos por liberar presos o permitir la actividad normal de los sindicatos.

Cambio de Generales.
Para muchos sindicatos la situación mejoró rápidamente cuando el general Justo asume la Presidencia en febrero de 1932; si bien el contexto económico no cambió inmediatamente la represión extendida y masiva se aplaco pudiendo los sindicatos que no eran percibidos por le gobierno como una amenaza al orden operar con relativa libertad. Los sindicatos que crecieron más rápidamente fueron aquellos que podían contar con conexiones políticas las cuales proporcionasen ayuda, propaganda, lugares para reunión y dinero. Este al igual que sus antecesores tendía a reprimir mas duramente las huelgas que se producían lejos de Buenos Aires.
Hacia 1934-1935 tanto la organización anarquista como la comunista eran pequeñas, el verdadero problema se encontraba dentro del CGT y consistía en la rivalidad entre los llamados socialistas y sindicalistas. Los sindicalistas sostenían que el movimiento obrero debía mantenerse próximo al gobierno pero ajeno a la política de partido; los socialistas entendían, en cambio, que debía establecerse una distancia mayor con la administración y admitían la participación política. De los acontecimientos surgieron dos CGT una con predominio sindicalista- CGT Catamarca- y con sede en el local de los trabajadores telefónicos y otra socialista- CGT Independencia- que operaba desde la Unión Ferroviaria, la cual incluía los sindicatos de mayor peso y más numerosos.
A mediados de la década la economía urbana se había recuperado y el proceso de sustitución de importaciones se encontraba avanzado con lo cual muchos sectores de la economía se encontraban modernizados o en vías de hacerlo. La oportunidad de conseguir mejores empleos abrió la posibilidad a los trabajadores de mostrarse más agresivos en cuanto a sus demandas, sus huelgas dejaron de ser en tono defensivo y comenzaron a pedir demandas más audaces.
En el período posterior a 1935, los sindicatos en los cuales había una fuerte influencia comunista tuvieron un rápido crecimiento. Por primera vez se tornaron importantes los sindicatos cuyos miembros trabajaban en fábricas reflejando los cambios en la naturaleza de la economía. Los sindicatos comenzaban a ser más numeroso cubriendo áreas geográficas más vastas representando también a los trabajadores no especializados, sus envergaduras y tácticas hicieron que tanto los gobiernos como los empresarios se mostraran más favorables a las negociaciones.

Pero tenemos que dejar en claro una diferencia, la cual marca de sobremanera que la constitución de las grandes organizaciones de tiempos anteriores como la Unión Ferroviaria y la Federación Obrero Marítima no son similares a las de mediados de los años treinta; las cuales no agrupaban a trabajadores de sectores estratégicos muy visibles y con capacidad para dañar rápidamente la economía cortando el circuito comercial de exportación-importación. Lo que propició la creación de sindicatos caracterizados por ser grandes, fuertes y a escala nacional, aspectos precursores de los sindicatos industriales modernos que emergieron luego de 1943.
Bajo la Presidencia de Castillo-1940- se retomó el fraude y el recorte de libertades civiles hizo cada vez más difícil la actividad sindical, sobre todo por su tendencia anticomunista. Durante su gestión, la Unión Ferroviaria todavía tenía el control de la CGT a pesar del viraje económico producido en el país; lo cual fue cuestionado por Francisco Pérez Leiros -jefe de los trabajadores municipales- y su colega de empleados de comercio Angel Borlenghi.

El golpe llevado adelante por los mismos militares a sus pares en el año 1943 se enmarcaba en los miedos que provenían de un sector de estos a la amenaza roja representada por las ideologías comunistas deseosas, según estos, de instalarse definitivamente en el país. El comunismo y el conflicto social estaban en la mira del nuevo gobierno y dos días después de producirse el golpe-04 de junio de 1943- varios miembros de la FOIC -Federación de Obreros de Industria de la Carne- fueron detenidos, varios locales sindicales cerrados, otros vigilados y muchos obreros perseguidos. Con el encarcelamiento de dirigentes referentes, las empresas comenzaron a violar los acuerdos a los que habían arribado con la organización gremial y que habían motivado el festejo de Enero de 1943; ante esta situación los obreros reclamaron el cumplimiento de la garantía horaria, la estabilidad, la efectividad en el trabajo y un nuevo aumento de salario así como el cumplimiento de las leyes laborales.
El gobierno quería y exigía disciplina para obtener beneficios, tomando medidas de carácter popular al otorgarles aumento a los empleados públicos, fijando mediante un decreto la reglamentación de las asociaciones profesionales estableciendo que sólo podían funcionar los sindicatos con personería jurídica y que las recaudaciones de la cuota y su utilización serian fiscalizadas por el Estado.
En esos años se encontraba organizada tal vez el 20 % de la fuerza laboral urbana, con mayoría en el sector terciario; el resto quienes representaban a la enorme mayoría, incluidos en estos el sector proletariado industrial, estaba al margen de toda organización sindical efectiva.
El grupo más dinámico, el cual intentó organizarse en campos no tradicionales fueron los comunistas quienes alcanzaron cierto éxito entre los obreros de la construcción, la alimentación y los madereros.
Las dos fuerzas principales sindicales, representadas en la CGT, reconocían la importancia de la política pero diferían en el modo de aproximación a ella; lo que terminó produciendo un quiebre en dicha organización sindical dando lugar a la conformación de dos CGT:
-La CGT 1 la cual deseaba crear un tipo de partido laborista- al estilo inglés- estaba encabezada por Luis Doménech nucleando a los gremios ferroviarios, tranviarios y cerveceros.
-La CGT 2 enlazada a partidos políticos y sindicatos izquierda se encontraba liderada por el Socialista Francisco Perez Leiros apoyada por los gremios de la construcción, los gráficos, los empleados de comercio, los metalúrgicos y la Fraternidad.

Un Antes y un Después

El golpe del 43 encontró a los trabajadores divididos y sin una representación uniforme a nivel nacional; el sindicalismo tenía un desarrollo desigual en el amplio territorio argentino lo cual no significaba que representara una fuerza menor.


El cambio en el nivel de intervención estatal en los conflictos laborales se produjo entre 1943 y 1946, cuando desde la Secretaria de Trabajo y Previsión el entonces Coronel Perón realizó una clara política de cooptación de trabajadores y gremios dándole feroz batalla a las organizaciones comunistas y socialistas en el seno del movimiento obrero.
Para Perón la intervención estatal debía encauzar cualquier proceso que amenazara con la confrontación entre las clases. Su táctica estuvo representada por su interés en tomar contacto con los dirigentes sindicales de los principales gremios y revisar los reclamos obreros garantizando el respaldo del Estado a través de la Secretaria de Trabajo y Previsión; mediante la implementación de estas políticas logró aumentar la sindicalización de los trabajadores bajo la órbita estatal ahuyentando los fantasmas rojos tan temidos por las clases detentoras del poder.
Los trabajadores al ver sus logros amenazados, por la carcelación de Perón, abandonaron sus postura en muchos casos disidentes y se involucraron más con su figura movilizándose de manera masiva dando forma a una de las manifestaciones más importantes del movimiento obrero argentino como fue el 17 de octubre de 1945, la cual obtuvo como resultado la excarcelación del prometedor mecenas traído de la Isla Martín García.
Llevadas adelante las elecciones, Perón se erige en ganador apoyado por una sola de las facciones del CGT, la CGT1, la cual tenía la idea de conformar con el naciente líder la implementación de un partido de corte laborista al estilo inglés cosa que se vio fallida por el intento personalista de manejar los hilos del poder.
Una vez ganadas las elecciones con el apoyo de las mayorías, los dirigentes socialistas y comunistas disidentes con su figura son encarcelados o echados de sus gremios y suplantados por nuevos militantes obreros más afines a su gobierno.
Las autoridades estatales otorgaron el monopolio de representación sindical a quienes apoyaban abiertamente las políticas de Perón , resultado de esto fue una fuerte intervención y supervisión estatal de la vida interna de los sindicatos(6) , lo que se sumo a la centralización de los mismo por rama de actividad favoreciendo el peso de los dirigentes nacionales sobre los locales pues estos tenían peso para firmar convenios declarar una huelga o levantarla y controlar los recursos económicos de los aportes y cuotas sindicales.
Durante el interregno peronista cambio el rol de las organizaciones gremiales y sus vínculos con el Estado transformando los rituales que habían caracterizado a las clases trabajadoras siendo el más conocido la celebración del 1 de mayo de cuya simbología se apropio el peronismo y se encargó de diferenciar notablemente de los festejos anteriores.
No podemos dejar de ver que durante este lapso se asistió a un considerable aumento de la capacidad de organización y peso social de la clase trabajadora, en 1948 la tasa de sindicalización había ascendido al 30,5% de la población asalariada y en 1954 era del 42,5%; la sindicalización se caracterizó por basarse en la unidad de la actividad económica antes que en el oficio o en la empresa particular.
(6)Intervino numerosos sindicatos: 1946-1952 UOM, 1947-1950 UOCR, 1951 Unión Ferroviaria, 1947-1950 Telefónicos
Se creó una estructura sindical centralizada, que abarcaba las ramas locales y ascendía por intermedio de federaciones nacionales hasta una única central, la Confederación Nacional del Trabajo y era el propio poder gubernamental el encargado de darle legitimidad a todo nuevo sindicato a través del Ministerio de Trabajo.
Este Idilio soporífero entre las clases trabajadoras y el peronismo fue el causante de una desmovilización pasiva encargado de aletargar el peligro de masas dislocas y desordenadas; los sindicatos no fueron más que meros instrumentos del estado para movilizar y controlar a los trabajadores. "De casa al trabajo y del trabajo a casa" diría Perón.
La relación entre capital y trabajo mejoraron aunque el conflicto de clase no fue abolido.
El peronismo marco una coyuntura decisiva en la aparición y formación de la moderna clase trabajadora argentina, su sentido y existencia de identidad como fuerza nacional coherente tanto en lo social como en lo político se remonta a la época de Perón.
La era peronista, en definitiva terminó borrando en gran medida las anteriores lealtades políticas que existían en las filas obreras e implanto las suyas propias.

1955-1970. -La profundización de los conflictos sociales.-
El Gobierno de la "Revolución Libertadora".
A partir del golpe cívico-militar producido el 16 de septiembre de 1955- Lonardi asume la Presidencia de la Nación- las fuerzas armadas se propusieron eliminar el peronismo de la sociedad y con ello gran parte de la lucha obrera.
Este golpe estuvo cimentado en numerosos actores quienes lo fomentaron y apoyaron; entre ellos podemos mencionar a los militares, los políticos opositores, los grandes empresarios, la burguesía agraria y la industrial, gran parte de los sectores medios y la Iglesia Católica. Estos consideraron entre las causas de la creciente crisis económica a las profundas distorsiones que había provocado la intervención del Estado peronista en los procesos de acumulación y distribución de la riqueza; es decir, en su intervención en la relación capital-trabajo favoreciendo el desarrollo y crecimiento de este último.
La unidad de este frente opositor estuvo basada en dos acuerdos mínimos: la necesidad de desperonizar la sociedad argentina y la de cumplir una etapa de reorganización política conducida por las fuerzas armadas para concluir con un llamado a elecciones nacionales que restablecieran el régimen político democrático. Pero esta unidad comenzó a resquebrajarse cuando el gobierno "de facto" asumió el control del Estado y comenzó a tomar decisiones para enfrentar los problemas políticos y económicos.
El General Lonardi era partidario, junto con algunos miembros de su gabinete, de establecer acuerdos con sectores del gobierno depuesto no encontrando inconvenientes en la peronización de los sindicatos pero si veía con malos ojos su participación en la vida cívica del país, pretendiendo un movimiento obrero despolitizado, algo impensable dadas las características asumidas anteriormente por el peronismo.
La tibia presencia de Lonardi en el poder no sirvió para calmar los ánimos de las clases encumbradas, esas mismas que fomentaron y apoyaron el golpe, quienes veían en la conformación de esa incipiente masa obrera unificada un serio peligro para la realización de sus "nuevos" planes.
Esa falta de firmeza por parte del gobierno hacia esa nueva elite dirigente naciente resquebrajó las bases del poder de Lonardi e hizo asomar la figuran prominente del Gral. Pedro Eugenio Aramburu quien fue su sucesor y fiel representante de las ideas enquistadas en el seno del "poder político".
Entre las medidas llevadas adelante durante su mandato podemos mencionar:
La redacción del Decreto 7107 mediante el cual intentó proscribir a toda una generación de dirigentes gremiales peronistas, la intervención de la CGT luego de que esta convocará a una huelga general, la prohibición de las actividades políticas peronistas, la disolución de las actividades gremiales internas y la llegada de interventores militares o civiles anti-peronistas al frente de los sindicatos. Mediante el decreto 2739 eliminó los llamados "obstáculos a la productividad" interviniendo en el núcleo de la relación capital-trabajo fallando a favor del primero, suprimió los controles de cambio, la comercialización de las exportaciones con intervención estatal y aplicó fuertes devaluaciones que beneficiaron a la burguesía agraria más concentrada. Suspendió los convenios colectivos de trabajo, lo que privó a los trabajadores de negociar mejoras salariales en un período en el que el poder adquisitivo de los salarios decaía a causa de la inflación, amén de esto congeló los salarios y suprimió todo subsidio al consumo de los sectores populares; todo esto significó un estancamiento del sector industrial y una importante transferencia de ingresos hacia el sector agropecuario obteniendo como resultados saldos deficitarios de la balanza comercial y una inflación descontrolada.
La combinación de las medidas económicas aplicadas afectaron a los sectores asalariados quienes además vieron cercenadas sus actividades sindicales, sus inclinaciones políticas mediante la proscripción del peronismo, factores que coadyuvaron a agudizar de sobremanera los conflictos sociales; los cuales comenzaron a desarrollarse por fuera de los canales institucionales en los que los había enmarcado el peronismo durante su gestión. Frente a esta situación de represión y deterioro salarial, los trabajadores organizaron y protagonizaron acciones de resistencia; muchos reaccionaron – casi individualmente- rebelándose contra la prohibición del peronismo realizando actos relámpagos en las calles, se conformaron "Comandos de Resistencia" integrados estos por dirigentes de segunda o tercer línea que habían logrado escapar del encarcelamiento. Las acciones de la resistencia fueron creciendo en organización, del viejo caño pasaron a la dinamita o al explosivo plástico, de la dispersión a la planificación conducida por J.W.Cooke- representante de Perón en el país-.
Esta nueva situación denominada, según varios autores, como la "des-institucionalización de los conflictos sociales" se llevó adelante cuando la contienda política en lugar de desarrollarse a través de los partidos políticos, las elecciones por sufragio universal y la elaboración de leyes en el Parlamento Nacional se reemplazó por el enfrentamiento directo de los actores con intereses contrapuestos en acciones de violencia y lucha armada.

Como consecuencia de todos estas improvisaciones la protesta social se generalizó y se complejizó debido, en parte, a los conflictos internos dentro del propio peronismo, a la regionalización de estos y a la incorporación de nuevos actores sociales como los estudiantes universitarios a las luchas sociales.
El régimen no logró imponer su proyecto de crear un sistema de afiliación y representación sindical múltiple, destinado a reemplazar las pautas establecidas por la ley peronista de los años cuarenta. Sin embargo, a pesar de que no cuajaron estos intentos produjeron cambios importantes en el interior del movimiento obrero a partir de 1955, en primer lugar el estilo de control político de la clase obrera establecido durante la época peronista fue radicalmente modificado , este se había caracterizado por el tutelaje somnoliento de la clase trabajadora por parte del Estado y en el incondicional apoyo de los sindicatos a Perón, cuyos lideres se vieron desterrados durante este periodo y no volvieron a recuperar su antigua fuerza.
Lo que si generó el régimen militar fue la posibilidad de conformar un régimen sindical peronista totalmente diferente el cual logro cierta independencia de su líder y capaz de desarrollar su propia estrategia política. Un peronismo menos subordinado a la autoridad de Perón y reflejando más directamente el peso relativo de las fuerzas sociales que lo constituía se transformó en un peronismo crecientemente proletario.
El poder del movimiento sindical a pesar de encontrarse bajo un Régimen diferente se amplio , ya que se apoyo en bases bastante diferentes y los lideres sindicales peronistas desarrollaron una aptitud de la que habían carecido durante el mandato peronista, la capacidad de negociar con actores políticos no peronistas, tales como los partidos, las asociaciones empresariales y los militares.
Las prácticas políticas del movimiento sindical combinaron en este período dos elementos:
1.- Esporádicas penetraciones en los mecanismos de representación parlamentaria que se manifestó a través de la limitada aunque significativa capacidad de los líderes sindicales para influir sobre la conducta laboral de los trabajadores
2.- Una acción de desgaste a largo plazo que se ejerció contra regimenes políticos que excluyeron al peronismo.
Ambas acciones los constituyeron exitosamente en uno de los actores políticos centrales del período 1955-1966.
Dos años de producido el golpe, el gobierno militar enfrentaba una crisis económica acompañada de una creciente presión social, marco que decidió a las Fuerzas Armadas a llamar a elecciones generales con el propósito de restablecer el régimen democrático; pero como paso previo plantearon la necesidad de convocar a una Convención Constituyente justificada desde dos objetivos: buscar legalizar la derogación de la Constitución peronista de 1949 restableciendo la de 1853 además de servir como muestra del poder de voto del peronismo, lo que resultó nefasto.
Elecciones generales de 1958.-
Rogelio Frigerio –estrechamente vinculado a Frondizi- y Perón llegaron a un acuerdo: a cambio de la orden de Perón de votar por la UCRI (Unión Cívica Radical Intransigente), Frondizi se comprometía una vez en el gobierno a normalizar la actividad de la CGT, la CGE, los sindicatos y a permitir la participación de candidatos peronistas en las elecciones provinciales; mediante la conformación de esta alianza "encubierta" obtuvo el 49% de los votos.
Al asumir el 23 de febrero de 1958, congruentemente con lo pactado con el sector peronista, decretó un aumento de salario del orden del 60% insignificante teniendo en cuenta que el índice inflacionario rondaba esas mismas cifras; impulsó una Ley de Amnistía que fue aprobada en el Congreso permitiendo usar legalmente la simbología peronista legalizando sus organizaciones y actividades. Restituyó a la CGT el rol que le competía en la escena político-gremial, promovió las negociaciones colectivas basadas en el monopolio de la representación por un sindicato por rama mediante la Ley 14.455, anuló la representación de las minorías en las conducciones gremiales centralizadas y autorizó a los empleadores a retener la cuota gremial de los haberes de los trabajadores por orden y a cuenta de los sindicatos por medio de las cuales sus conducciones se aseguraron fuentes de financiamiento genuinas solventando sus actividades clientelares.
El gobierno se propuso ejecutar el plan desarrollista, que habían elaborado en forma conjunta Rogelio Frigerio, quien asumió como secretario de Relaciones Económicas, y un equipo de empresarios y técnicos. El motor de la propuesta desarrollista era impulsar el desarrollo de la llamada "industria pesada" – metalurgia, siderurgia y petroquímica- con el aporte de inversiones de capital y tecnología extranjeros. La aplicación de este plan generó un importante crecimiento de las inversiones extranjeras y un notable aumento de las producciones de acero, petróleo y automóviles.
En noviembre de 1958 el Congreso sancionó la Ley 14.780 la cual autorizaba un nuevo tipo de inversión extranjera: la inversión extranjera directa (IED). Esta significaba un profundo cambio en la inserción del capital extranjero en la economía del país.
Los aspectos más importantes sobre los que innovaba la ley eran:
-Repatriación del capital sin limitaciones obtenidos tanto en conceptos de ganancias como de instalación de tecnología.
-Los capitales extranjeros gozaban de los mismos derechos que las leyes acordaban a los capitales nacionales.
La aplicación del plan de estabilización y ajuste provocó la ruptura de los acuerdos que el peronismo había establecido con Frondizi. El año 1959 fue uno de los momentos de mayor conflictividad social: la resistencia de los trabajadores, que a partir del Pacto Perón –Frondizi había quedado en suspenso, fue retomada con fuerza. Nuevamente, los comandos de la resistencia y los sindicatos protagonizaron huelgas, sabotajes y medidas de agitación social. El movimiento obrero se colocó a la defensiva, el núcleo duro de la resisrtencia se radicalizó ante lo que leían como la traición de Frondizi.
El gobierno no pudo evitar un proceso inflacionario y serias dificultades en las balanzas de pago por lo que apeló a un Plan de Estabilización llevado adelante por Alvaro Alzogaray- representante del liberalismo económico más ortodoxo- el cual consistió en el congelamiento de salarios, la eliminación de las medidas regulatorias del Estado, la privatización del frigorífico Lisandro de la Torre; lo cual provocó disminución en los salarios, desocupación y agudización de los conflictos sociales.

En el orden de la relación capital-trabajo nuevamente la participación de los trabajadores pierde peso en la distribución de la renta con respecto al capital debido principalmente a la baja absorción de empleo de los sectores dinámicos de la economía; dentro del sector perteneciente al capital la nueva traslación del ingreso implicó la traslación de recursos del sector agropecuario al empresariado industrial urbano. A su vez, dentro de este, de los pequeños y medianos empresarios de capital nacional a las grandes empresas de capital trasnacional.
La situación interna del movimiento obrero: combativos y vandoristas.
En agosto de 1957 tuvo lugar la normalización de la CGT, en un acto presidido por el interventor representante de la Marina, en el que participaron sindicalistas de todos los sectores. Las diferencias ideológicas y de interpretación del momento político llevaron a la ruptura del movimiento sindical, ante la evidencia de que la mayoría de los delegados eran peronistas los sindicatos oficialistas- que eran 32- y se llamaron así mismos "sindicatos democráticos" se retiraron de la reunión para no convalidar la normalización de una CGT peronista. Entre los que se quedaron estaban representados 62 sindicatos y ellos decidieron construir "las 62 Organizaciones". El grupo de los sindicalistas peronistas estaba coordinado, entre otros, por José Rucci metalúrgico, Jorge Alvarez –sanidad-. Al poco tiempo se desprendieron los sindicatos comunistas, que eran 19 y conformaron el Movimiento de Unidad y coordinación Sindical MUCS. Los militares, ante el seguro triunfo de los peronistas, dejaron la conducción de la central sindical a cargo del grupo de sindicalistas de orientación antiperonista.
Rápidamente, en el interior de las 62 se diferenciaron dos sectores. Los sindicalistas "duros", el grupo más combativo, eran los hombres de la segunda línea sindical peronista responsables de las comisiones internas y triunfadores de la normalización de los gremios, Sebastián Borro fue uno de los dirigentes más representativos de esta línea. Los sindicalistas "blandos" partidarios de negociar con el gobierno militar, estaban representados por hombres como Eleuterio Cardozo, del sindicato de la carne.
Al mismo tiempo, en otros sectores del movimiento obrero se profundizaron posturas negociadoras con el gobierno, esta línea blanda del sindicalismo alcanzó su máximo representante en la figura de Augusto T. Vandor- El Lobo- dirigente metalúrgico. Su proyecto sindical confiaba en la capacidad del gremialismo para negociar con los poderes políticos y económicos posiciones ventajosas para su gremio y su dirigencia. El vandorismo consolidó estas prácticas y dio origen a la llamada burocracia sindical, nombre con el que se identificó desde entonces a los grupos dirigentes más negociadores del movimiento obrero y reacios a los procesos de democratización en sus propios gremios, ayudando a impedir el crecimiento de los sectores más radicalizados del movimiento obrero quienes pod´rian haverse constituido en un obstáculo a la consolidación de la relación capital-trabajo que requería el nuevo modelo de acumulación.
Para el movimiento obrero organizado la hegemonía vandorista significó por un lado la integración del aparato sindical al sistema político institucional lo que implico la aceptación implícita del marco social estructural del modelo proyectado por el bloque de poder. El sindicalismo, en parte, abandona la pretensión radical de transformar el orden social para acomodarse a él, asimilando así su cultura política y moviéndose dentro de sus límites.
Hacia mediados del año 59 las diferentes medidas de fuerza organizadas y puestas en práctica por numerosos sindicatos complicaron la situación del gobierno frente a las fuerzas armadas. Frondizi, entonces, buscó cambiar la imagen de un gobierno sin control y se decidió por la represión, para esto contaba con el plan CONINTES (CONmocion INTerna del EStado) que permitía declarar zonas militarizadas a las principales distritos industriales, como La Plata y otros partidos vecinos, y autorizar allanamientos y detenciones. Muchos gremios fueron intervenidos y otros tantos protagonizaron extensas huelgas. Los bancarios, por ejemplo, paralizaron sus tareas durante dos meses, en señal de protesta por el despido de miles de trabajadores.
A partir de la "Revolución Libertadora", las Fuerzas Armadas estuvieron atravesadas por el enfrentamiento entre dos facciones rivales, que se identificaron como colorados y azules, colores que distinguían a los bandos en las maniobras militares. En 1962, los militares colorados eran profundamente antiperonistas; y los azules estaban de acuerdo con permitir un acceso condicionado a ciertos dirigentes peronistas con el fin de lograr la normalización institucional.

Hacia las elecciones generales de julio de 1963
La crisis militar y política profundizó la crisis económica, y en enero de 1963, el Ministro de Economía Alvaro Alzogaray explicaba que el país se encontraba en estado de emergencia. Anunció que los sueldos y los aguinaldos se pagarían en cuotas mientras que la inflación crecía y el gobierno firmaba acuerdos con el FMI. En ese clima de desorden y confusión generalizados, el gobierno comenzó a impulsar la campaña electoral para elegir nuevas autoridades constitucionales.
En esos primeros meses tuvo también lugar el Congreso Normalizador de la CGT, que eligió como nuevo Secretario General a José Alonso, quien al frente de la nueva conducción cegetista emprendió una política agresiva de denuncia y acción directa.
Las elecciones se realizaron el 7 de julio de 1963 y la Unión Cívica Radical del Pueblo obtuvo la mayor cantidad de votos: el 25% del electorado eligió la fórmula Illia-Perette. Aún cuando gran parte del pueblo vivió la asunción de Illia como la vuelta a la legalidad institucional, el casi 20% de votos en blanco significaba que el gobierno iniciaba su gestión con una grave falta de representatividad de los intereses de importantes sectores de la población. Y eso iba a atentar contra su estabilidad.
El proyecto económico del gobierno de Illia estaba basado en la intervención del Estado en la regulación de la economía distinguiéndose del camino recorrido por ACIEL (Acción Coordinadora de las Instituciones Empresarias Libres) basado en el libre juego del mercado como medio para distribuir los recursos.
Cuando el gobierno estableció un nuevo régimen cambiario que fijó límites y requisitos para las operaciones de cambio (especialmente las relacionadas con las divisas provenientes de las exportaciones y las remesas del fondo del exterior), ACIEL declaró su preocupación por el avance del dirigismo y el estatismo. La CGE en cambio aprobó las medidas.
En Enero de 1964, tras arduas discusiones internas reflejadas en el enfrentamiento de dirigentes sobre las posiciones a tomar en cuanto a la lucha sindical y las políticas del movimiento obrero, la CGT aprobó un Plan de Lucha que incluía la ocupación de los lugares de trabajo y los centros de producción en el caso de que el gobierno no tomara las medidas económicas reclamadas por la central obrera para solucionar los problemas más urgentes de los trabajadores. Este Plan de Lucha contemplaba dos etapas: La primera consistía en una campaña de difusión, organización y agitación. La segunda, en la efectivización de las acciones de lucha directa y ocupación de los centros de producción (agropecuarios, industriales y comerciales) por un tiempo que se determinaría oportunamente. Entre mayo y junio de 1964, los trabajadores tomaron pacíficamente más de 11.000 establecimientos. Los empresarios capitalistas comenzaron a sentir amenazado el normal funcionamiento de la economía capitalista, situación que les impedía prever sus ganancias futuras; por este motivo, comenzaron a disminuir sus inversiones para el mediano y el largo plazo buscando obtener los mayores beneficios en el más corto plazo. Esta decisión provocó un aumento de la desocupación en el sector industrial -750.000 desocupados y la liquidación de las industrias- factor que a su vez agudizó todavía más los conflictos sociales y políticos los cuales llevaron a la CGT a adoptar un plan de luchas que quebró la paz social.

El conflicto desatado en torno al seno del movimiento sindical estaba también relacionado con otras dos cuestiones: quién podía ser reconocido como jefe del peronismo en el país y cual debía ser la relación entre la rama sindical y la rama política del peronismo.
En julio de ese año, un grupo disidente denominado independiente dentro de las estructuras de la CGT cuestionó el accionar de Alonso y renuncia, quedando la CGT conformada exclusivamente por las "62 organizaciones". Desde el punto de vista de los independientes, el plan de lucha de la CGT debía proponerse reivindicaciones puramente sindicales: temían que dicho plan de lucha llevará a una radicalización espontánea de las masas obreras que terminarían siendo duramente reprimidas por el gobierno.
Para los dirigentes vandoristas de las 62 organizaciones, en cambio, el plan de lucha llevado adelante por le movimiento sindical era del peronismo en su conjunto para terminar con su proscripción del sistema político. Y para lograr esta meta se proponían convertir al sindicalismo peronista en un factor de poder que no pudiera ser ignorado por el gobierno y los sectores de poder económico y político, por lo que estarían obligados a negociar.
El sector combativo del sindicalismo peronista, opuesto tanto a Vandor como a los independientes, no estaba de acuerdo con restringir las reivindicaciones al plano puramente sindical, como los independientes. Pero denunciaba que el plan de lucha era una estrategia del vandorismo –partidario del pacto y del entendimiento con el régimen- para satisfacer intereses propios.
Según los combativos, frente al anuncio del retorno de Perón y el proceso de ocupación de fábricas, los vandoristas se presentaban como los únicos que podían controlar las acciones del movimiento obrero y esto los ponía en posición de ser aceptados por el gobierno. Además denunciaban que el objetivo final de Vandor era reemplazar a Perón como líder del movimiento.
En mayo de 1965, en este marco de agudización de los conflictos sociales – enfrentamiento armados entre los adherentes a Alonso y los de Vandor- y ya con un millón de desocupados, las elecciones para gobernadores profundizaron los enfrentamientos políticos entre los partidos, entre los civiles y los militares.
El Golpe de 1966
El movimiento sindicalista peronista se caracterizó por su escasa predisposición a fomentar la legitimación y estabilización de los gobiernos semi-democráticos que continuaban prescribiendo a su movimiento por lo que fomentó el golpe amén de que el gobierno había intentado reformas en los ámbitos sindicales a través de la Ley de Asociaciones Profesionales que limitaba la participación de los sindicatos en la política y establecía la democratrización de los mismos con la participación en la conducción de las minorías. Mediante la creación de sindicatos por empresa, en desmedro de las uniones y federaciones que celebraban acuerdos de alcance nacional, la estrategia del gobierno Radical del Pueblo fue favorecer el pluralismo sindical buscando el debilitamiento de los sindicalistas peronistas, cosa que finalmente fracasó.
En 1968 comenzó a insinuarse un proceso, que se profundizo a partir de 1969, por el cual se resquebrajaron las complejas ligazones, que desde principio de la década habían mantenido articulado un sindicato relativamente unificado con eje en el poderoso dirigente metalúrgico Augusto Vandor. La ruptura por parte del gobierno de facto del diálogo con los vandoristas privó a estos de una de las dos patas en las que apoyaba su estrategia, es decir la negociación con el Estado; desvalorizando la tendencia vandorista de que una postura menos intransigente (que la de los duros o combativos) producía mejores resultados. Y fue precisamente la desvalorización de esta estrategia lo que permitió que en marzo de 1968, en un congreso normalizador de la CGT convocado sin el reconocimiento gubernamental, una rama se impusiera al vandorismo y designara a Raimundo Ongaro, un obrero gráfico, secretario general de la CGT.
Vandor desconoció estos resultados y se conformaron dos CGT, debido en parte a la presión oficial y en parte a sus tácticas erráticas. De esta manera quedaron conformadas la CGT de los Argentinos o CGT Paseo Colón con la conducción de Raidmundo Ongaro y la CGT conducida por Vandor, conocida como la CGT Azopardo, porque mantuvo el control de la sede de la Calle Azopardo y también el de los fondos provenientes de los aportes sindicales conducida por los por los Vandoristas.
Ongaro le impuso a la CGTA una impronta de protesta que apuntaba a atacar dos frentes: en primer lugar fue un duro crítico del verticalismo y la burocratización sindical impulsada por el vandorismo y por fuera de la línea sindical apuntó sus cañones contra el régimen dictatorial de Onganía radicalizando las protestas obreras e incorporándoles nuevas formas de movilización y protesta que incluían la alianza de los trabajadores con sectores no tradicionales como el movimiento estudiantil o los curas tercermundistas. Quedando sellada esta unión en los sucesos producidos en Córdoba tras la muerte de Santiago Pampillón el 7 de septiembre de 1966.
En 1969 se abre un periodo inédito en la historia argentina, en el que resulta profundamente cuestionada y corroída la autoridad de muchos de aquellos que dirigían las organizaciones de la sociedad civil, sobre todo en los casos de quienes aparecían mas directamente garantizados por el Estado; dentro de esta categoría quedaron incluidos los dirigentes sindicales más propensos a la negociación.
Las protestas y reclamos sociales se desplazaron hacia el interior del país y por primera vez Buenos Aires no fue el epicentro; este corrimiento de los conflictos se debió a las políticas de desarrollo regional llevadas adelante en esos años. Esto se ve reflejado en 1968 en la Provincia de Tucumán, la cual se transforma en epicentro de protestas a partir de las importantes movilizaciones de los trabajadores azucareros; la movilización fundada en las políticas restrictivas encaradas por Onganía desembocó en el cierre de once ingenios y el despido de miles de obreros. Pero en donde la protesta obrera alcanzó su mayor dimensión fue en la ciudad de Córdoba, allí los trabajadores estaban organizados como sindicatos de fábricas lo que les otorgaba independencia de las direcciones sindicales nacionales-medidas propiciadas desde las esferas del poder- lo que produjó sorpresa en ámbitos del gobierno y el empresariado ante la radicalización de la protesta por parte de los trabajadores representados por las figuras de Elpidio Torres (SMATA), Agustín Tosco (luz y Fuerza)
El Cordobazo, como se denominó a esta rebelión popular, produjó un cimbronazo en las estructuras más internas del país y se convirtió en un punto de inflexión en la escena política argentina motorizando una seguidilla de protestas en las que el movimiento obrero aunque protagonista principal no estuvo sólo sino que fue acompañado por estudiantes, sacerdotes, intelectuales y artistas. Aquí además de defenestrar a la dictadura, el pueblo rechazaba la burocracia sindical.
Estos sucesos marcaron un rumbo nuevo en cuanto a lo político, pero no así en el manejo burócrata de las estructuras sindicales las cuales ni se mofaron ante semejante demostración de pedido de cambios y de transparencia.

Conclusiones
El movimiento obrero, acompaño las transformaciones que sirvieron para tratar de conformar una Nación soberana y autárquica; cosas que aún hoy no hemos podido resolver.
Este movimiento, conformado a fines del siglo XIX, lo podemos ver representado en la figura de un hijo desamparado quien busca su identidad a través del encuentro con su padre. Con esto queremos reflejar las inconsistencias de sus planteos y de sus posturas ideológicas las cuales no pudieron lograr homogeneidad de ideas mostrando al otro simplemente quien tenía la posición más verdadera.
Con la llegada al poder del Gral. Perón, esa búsqueda llegó a su fin; siendo esa figura soberana y protectora que todo lo puede representante del padre ausente que había estado necesitando ese movimiento disloco y sin rumbo fijo. Por lo que decide cobijarse bajo sus brazos soporíferos y omnubiladores antes que delimitar sus verdaderas metas tratando de luchar por la conformación de un verdadero país democrático con una ciudadanía pujante con sed de igualdad y transparencia.
Ese sindicalismo burócrata y alcahuete, supuesto representante de la clase obrera que aún hoy padecemos, es el hijo prodigo de Perón que decidió crear un país alrededor de su figura y la de su esposa mientras estuvo en el poder; y una vez depuesto seguir manejando los hilos de ese movimiento inocuo y pro-golpista. Siendo uno de los perjudicados por estas maniobras, el gobierno del Dr. Illia, uno de los más transparentes gobiernos de la Historia argentina y fiel contribuyente a la lucha obrera expresado esto en las medidas afines al sector trabajador que impulsó durante su mandato; pero su figura no representaba a la de ese padre todopoderoso que el movimiento obrero necesitaba.
El movimiento obrero nunca tuvo una existencia independiente de la realidad política nacional acompañando de manera uniforme el desarrollo de la historia argentina; los únicos sectores que esbozaron voces disonantes con el poder de turno fueron acalladas en primera medida por el Gral Perón y luego por Onganía, entre tantos otros.

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